INTRODUCCIÓN
Los programas estables de proximidad, frente a unidades móviles, en la atención de consumidores de drogas aparecieron en Barcelona en 1993, de la mano de Miguel de Andrés según el modelo de Anne Mino en Ginebra (1) en forma del SAPS Creu Roja Barcelona. Las limitaciones que se propusieron en los centros fueron tres fundamentalmente: no tráfico de sustancias, no consumo y no violencia, ni con personas ni con material del centro.
El castigo es inusual en la práctica sanitaria y pocas veces implica un cese en el tratamiento.
En la asistencia a personas consumidoras de sustancias no prescritas predominan hábitos de la atención social y educativa, mientras que la asistencia sanitaria prioriza la salud de las personas frente aspectos educativos.
En buena parte el tema de castigar o no (2) (3) deriva de las normas. Cuanto más y más estrictas son, mayor número de castigos implican.
Normas y castigos se dan por aceptadas en muchos de los servicios de atención a consumidores de drogas, sin que se replanteen periódicamente su actualidad y conveniencia (4). Mientras que la propuesta es que hay que apoyar más y castigar menos (5). Cuando las normas no se cumplen aparecen las sanciones, a menudo, expulsiones.
En este estudio se recaba la opinión de profesionales de la atención sanitaria, social y educativa, con el ánimo de que propiciar la reflexión, pueda mejorar la asistencia (6-11).
MATERIAL Y MÉTODOS
Se ha recogido la opinión de profesionales de la asistencia general. En dos apartados: qué supone apoyar y qué implica el castigo. Se pregunta sobre cómo se accede a un entorno de apoyo no de castigo, sobre la entidad de las normas y su revisión periódica.
Se envían las respuestas, de nuevo, a todo el grupo para llegar a unas consideraciones finales.
RESULTADOS
Apoya
Respeto y estima
Es preciso respetar el momento vital en el que se encuentran los consumidores de drogas y las decisiones que toman. Se ha de poner el foco en la persona, en sus habilidades, necesidades. Dignificar a la persona, con el fin de ofrecer espacios para compartir, dejando de poner el foco en las drogas, para ponerlo en las personas y sus vivencias. Fomentar la propia estima.
Evitar juicios previos. No enjuiciar ni criminalizar el uso de las drogas, ni las decisiones que toma sobre sus vidas. Promover acciones que aporten soluciones efectivas.
Huir de las políticas que interpretan el consumo de las drogas como algo ilícito que se debe sancionar o castigar, sin tener en cuenta la situación de la persona que usa drogas y sus consecuencias. Estas políticas se filtran en las acciones, creando un “ellos” y un “nosotros” y, en muchas ocasiones, aplicando estrategias sociales sancionadoras. Hay que evitar la idea de que los servicios son dueños de la moral y la ética más objetiva.
En ocasiones se castiga el no cumplimiento de los horarios, la no adherencia, la no participación en actividades.
Evitar la asimetría que se da entre profesional y atendido, en ocasiones con infantilización. A veces se proponen castigos y chantajes a cambio de pequeños cambios.
Hay que trabajar a partir de la información y el consenso. Hay que evitar castigar pequeñas transgresiones o desobediencias. En el régimen de normas se puede perder intimidad y voluntad, olvidando al principal actor. Hay castigos verbales, físico, de aislamiento/expulsión. Hay que escuchar y personalizar. No todo vale para todo el mundo.
Las normas. El equipo de no punto final.
Es conveniente revisar las normas, actualizarlas y no considerarlas inamovibles
Es necesario que las normas sean conocidas y debatidas con las persona atendidas.
Potenciar las sanciones express, que implican cesar la asistencia solamente un día, -hasta el día siguiente- creando un distanciamiento que puede ser tranquilizador y da perspectiva.
Sanciones´más largas, debatidas, en equipo. El análisis de las sanciones es un buen elemento de la calidad de la atención
Centrar la actuación en casos de violencia extrema. En caso de robos u otras acciones cotidianas en el modo de vida de los usuarios, acompañar la intervención con acciones educativas.
Las sanciones desde leves a muy graves deben tener un efecto educativo.
Si la sanción es la expulsión, implica un cese de asistencia, que debe seguir permitiendo el contacto. Cabe plantear un equipo de no punto final. Un equipo que actúa en un entorno menos comprometido, seguir siendo atendido en la calle, fuera del lugar donde se ha cometido la transgresión. Que exista un cambio de asistencia, pero no una no asistencia. Seguir manteniendo el contacto telefónico –potenciar que los usuarios accedan a móviles- mientras dure la sanción.
DISCUSIÓN
Una sociedad inclusiva es aquella capaz de mirar a todos los ciudadanos y ciudadanas, entenderlas, comprenderlas y darles apoyo en las diferentes realidades que viven. Bajo esta perspectiva, respetar las decisiones que tomen, sin que haya prejuicios.
Las políticas interpretan el consumo de las drogas como algo ilícito que se debe sancionar o castigar, sin tener en cuenta la situación de la persona que usa drogas y sus consecuencias.
Hablamos de poner el foco en la persona, en sus necesidades, sin criminalizar el uso que hace hacia las drogas y sin juzgar las decisiones que toma sobre su vida. Nuestra tarea requiere una actitud crítica, abrir la capacidad de respetar y dignificar a la persona, con el fin de ofrecer espacios para compartir, dejando de hablar de drogas para hablar de personas. Dejando de poner el foco en las drogas, para ponerlo en las personas y sus vivencias.
Se plantea lograr el cumplimiento de las normas mediante la explicación de las mismas, directamente a las personas o mediante las asambleas de usuarios y profesionales. Propiciando un entorno no punitivo (3).
Pocas veces se plantean alternativas del tipo de realización de tareas comunitarias. Se ha planteado en situaciones de dañar materiales, pero a menudo es difícil proponer un cumplimiento del calendario de tareas alternativas.
Tradicionalmente se propone que las sanciones y expulsiones no se adjudiquen en caliente. Que se proponga que la persona sancionada abandone el centro y que posteriormente, tras la reunión de equipo, se le comunicará al alcance de la sanción.
También recordar que la sanción no debe impedir completamente una tarea terapéutica o sanitaria. Se debe seguir manteniendo la relación, por otros medios y en otros ámbitos. Ni que sea atención en la calle. Especialmente una sanción larga puede impedir la continuidad de un tratamiento.
No puede ocurrir que una persona sea expulsada de todas los servicios asistenciales de su zona de acceso. Esta expresión “expulsado de todos los servicios, de todos los centros” debería desencadenar una situación de alarma que llevara a un estamento por encima de los centros y analizar la situación de esa persona para detectar y prevenir daños en esa misma persona u otras.
Debería haber un grupo de bajo umbral que mantuviera el contacto con esa persona en cualquier caso. De la misma manera que siempre una persona acusada tiene derecho a un abogado, un paciente a un médico, una persona expulsada de la red sanitaria-social debería tener algún equipo que mantuviera el contacto.
Bibliografía
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