Nadie debería estar en la calle, carecer de domicilio, intimidad, protección. Y nada ha de poder justificarlo.
Para mantener los lazos, para preservar la integración hace falta el contacto del teléfono móvil. En las entrevistas de los equipos que atienden a personas lamentablemente en la calle, ha de figurar la pregunta de si se cuenta con teléfono móvil y si se acepta compartirlo.
Además de atender a otras necesidades básicas como higiene, ropa, alimentación, atención social, sanitaria, legal, hay que promover la distribución de teléfonos móviles, circuitos de cómo acceder, reparar, tarjetas prepago.
El teléfono ha de facilitar el contacto desde las entidades sociales, recordando citas, actuaciones a realizar y manteniendo el contacto, cómo se encuentra la persona, situaciones de emergencia.
Llamar y recibir llamada. La cartera de servicios se ha de ampliar con la posibilidad de recibir llamadas en teléfonos de los servicios para personas en la calle. Además de vínculos servicios-personas, no es necesario argumentar las posibilidades que ofrece contar con un teléfono para cualquier persona. Puede alertar ante agresiones y otras situaciones de emergencia.
Seguramente se hará necesario una adecuación de su uso. Evitando reiteración obsesiva de llamadas entre otras malas utilizaciones.
En definitiva, la evolución de la sociedad y sus hábitos, obliga a la adecuación, también, de los servicios asistenciales.