Consumo de drogas en la calle
Las salas de consumo supervisado de drogas surgieron como un dispositivo más en la atención de consumidores activos de drogas con la idea de prevenir sobredosis, enfermedades de transmisión parenteral y la posibilidad de crear vínculos e informar sobre consumo de menor riesgo.
En todas las salas del mundo conocidas no se ha registrado ninguna muerte como reacción aguda al consumo, en contrapartida a todas la muertes habidas por dicho motivo en la calle.
En España se crearon salas en Madrid, Catalunya, País Vasco, si bien desaparecieron, sin explicaciones claras, con el paso del tiempo, de la Comunidad de Madrid.
En Barcelona la primera sala de consumo supervisado surgió en 2003, en la zona de venta de Can Tunis a partir de la necesidad y observación del equipo que con una furgoneta entregaba material de punción higiénico y recuperaba material utilizado. Con la clausura del punto de venta de Can Tunis, los consumidores se desplazaron en buena parte a la Ciutat Vella de Barcelona y se crearon las salas de SAPS, Creu Roja (2004) y posteriomente Baluard.
Los consumidores han utilizado ampliamente estos recursos y se valora positivamente la higiene del entorno, la seguridad y un clima agradable que se genera.
Posteriormente la Agència Catalana de Salut Pública promocionó que en todos los centros de atención a consumidores (CAS) pudiera haber también una sala de consumo.
De 2003 a 2019 ha habido también oscilaciones en la apertura de las salas de consumo, que no cubren en la actualidad todas las horas del día o la semana.
Con una sistemática parecida, en algunos pisos de venta de drogas no legales tiene lugar el consumo, siguiendo el modelo de estas salas, incluso con empleados. Pero con peores condiciones higiénicas y aparición de situaciones de violencia, vejaciones e incluso violaciones
Lo que podría considerarse algo positivo desde un punto de vista práctico, como alternativa a consumir en la calle, se convierte en focos de contagio, incluso según datos del entorno del barrio de La Mina (Sant Adrià, Barcelona), con reinfecciones del orden del 16% de los inyectores. Las situaciones de violencia, altercados, desórdenes en las calles vecinas, ocasionan el enfrentamiento con el vecindario.
Uno de los objetivos de la política de atención a los consumidores de drogas ha sido desarrollar algunas alianzas con los distribuidores. Es innegable que existen consumidores que necesitan su dosis diaria y, en tanto el consumo sea ilegal y no haya exactas alternativas sigue habiendo consumo y distribución.
En los últimos años diferentes estilos de distribuidores hacen que las relaciones sean muy escasas. Hay, por tanto, que censurar los lugares donde la distribución es particularmente peligrosa y poco higiénica y atraer a los consumidores al entorno de la atención legal a consumidores frente al entorno ilegal que suponen los pisos de venta y consumo.
El verano de 2019 tuvo lugar la clausura de diversos pisos de venta y consumo de drogas en Ciutat Vella en Barcelona, con el desplazamiento de consumidores a otras zonas, sin revertir, completamente, los consumos a las salas supervisadas por personal sanitario.
Los profesionales, los equipos de atención de esta zona que vivieron este proceso tienen experiencias que compartir.
Se informa desde el centro Baluard (Ciutat Vella Barcelona) que tras el cierre de pisos de venta muchos usuarios se desplazaron a otras zonas pero que el centro triplicó la actividad ya apartir del dia siguiente y a la vez se disparó el consumo en la calle. Y esto se ha mantenido hasta hoy.
De lo que se deriva que hay que planificar y estar preparados para los cierres de pisos de consumo y que la estrategia de captación de usuarios de los pisos de venta ilegal es necesaria, porque tras el cierre se incrementaron las acogidas de nuevos usuarios
Razones de seguridad impiden la coordinación de las acciones policiales con las alternativas al consumo de drogas, las redadas con otras posibilidades en los mismos días, que tienen lugar. Pero de alguna manera ha de considerarse que el cierre de puntos de venta va a trasladar el consumo a otras zonas o van a aparecer nuevas demandas frente a las que el sistema de atención a consumidores activos debería prepararse.
No es desdeñable considerar las necesidades de los consumidores como una constante por la que compiten sistema legal e ilegal.
Necesidades de los consumidores = oferta del sistema ilegal + oferta del sistema legal
El sistema legal tiene como puntos fuertes la oferta gratuita de sustancias legales, alternativas al consumo. Por ello resulta complicado que en esta lucha por el consumidor, desde el propio sistema sanitario y social se pongan excesivas trabas a la oferta de alternativas.
Hace falta en el seno del sistema sanitario un debate profundo en que se cuestionen sin juicios previos establecidos muchas de las actuales prácticas.
La situación actual lleva a la reflexión que es excesivo el porcentaje de personas que consumen fuera de las salas. En esta línea se propone una reflexión sobre por qué algunos consumidores no utilizan las salas de consumo.
Las repercusiones sobre la salud comunitaria: inseguridad, incomodidad, mala imagen, mal ejemplo, riesgos de pinchazo accidental con el material utilizado
¿Hasta qué punto las personas que se pinchan en la calle tienen peor estado de salud, contactan, también, menos con el sistema sanitario y social?
En este sentido no es descartable favorecer las circunstancias que conduzcan a las personas usuarias a utilizar las salas preferentemente a consumir en pisos de venta o la vía pública:
1) horarios de la sala amplios frente a los recortes que paulatinamente han ido teniendo lugar.
2) proximidad de las salas a las zonas de consumo
3) salas de consumo confortables
4) número de plazas de consumo en la sala adecuadas para evitar listas de espera
5) adecuar el diseño de las salas (inicio de los años 2000) a las necesidades actuales
6) consulta de los consumidores sobre qué circunstancias pueden favorecer el uso de la sala de consumo
Tabla 1. Consumo de drogas en la calle en poblaciones donde hay salas de consumo
Problemas y factores |
Alternativas |
Repercusiones sobre la salud comunitaria: inseguridad, incomodidad, mala imagen, mal ejemplo, riesgos de pinchazo accidental con el material utilizado |
Necesidad de contar con zonas toleradas de consumo |
Recorte de horarios |
Buscar a mediadores culturales. Talleres. Bola de nieve. ¿Han contactado con algún centro los consumidores que no frecuentan las salas?
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Dificultad de esnifar y fumar en algunas salas. |
Replantear funcionamiento, horario de las salas existentes |
Ha disminuido la preocupación y la sensación de peligro con las drogas. Disminuyen campañas de concienciación. — frenazo a la difusión |
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Maltrato hacia ellos que puede generar una menor preocupación sobre contagios hacia esa sociedad que no les trata bien |
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Deterioro mental y físico que dificulta el acceso a las salas |
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Deterioro de los propios y previo hábitos higiénico (sucios en sus casas y con sus cosas) |
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Colectivos de otros país que contagian sus costumbre. |
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Nuevos hábitos que aparecen, nuevas dinámicasde venta |
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