La frase clásica, del entorno del consumo de drogas, es mejor un buen camello que un mal caballo hace referencia a la conveniencia de tener -difícil- ciertas garantías sobre lo que se va a consumir.
Muy especialmente en sustancias inyectadas que contrasta con el gran celo de los profesionales sanitarios en extremar la higiene de todo lo que supone punciones intravenosas.
Son diversos los programas que han intentado trabajar con distribuidores. Es complicado por incidir, una vez más, en el mercado ilícito de las drogas.
El buen camello sería el distribuidor que quiere preservar la salud de quien le compra. En parte para mantener un cliente. Informa sobre la calidad de la sustancia, de los eventuales riesgos, asesora en técnicas de consumo y desaconseja consumos de riesgo.
En un entorno de drogas legalizadas, estaría sometido a diversos controles sanitarios y a determinados exigibles conocimientos.
La síntesis de las bondades del buen camello son, en consecuencia, velar por la salud del consumidor, informar, en lo posible, de la calidad de las sustancias y contaminantes, velar por un consumo de menor riesgo, informar sobre interacciones de mezclas de sustancias. Es decir, que probablemente, el profesional sanitario cumple muchas de los requisitos del buen camello.
Hay facultativos que lamentan las demandas de sustancias legales realizadas por los consumidores y argumentan yo no soy su camello.
Después de escuchar, hablar, valorar pros y contras, hacer ejercicio de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de visión amplia, de problema de salud pública, quizás no es descartable ser el camello que ofrece sustancias legales, desde la proximidad, el diálogo, el seguimiento, para evitar efectos secundarios y reacciones indeseables.
Metadona, psicofármacos y algún día heroína desde el ámbito sanitario dan garantías frente al mercado ilegal. Incluso, se disminuye -modestamente- el flujo económico hacia ese mercado ilegal.
Se argumenta que todo ello puede incrementar la venta. Tal vez no, si se puede acceder a consumidores, habituales compradores en el campo ilegal que pueden revertir al ámbito sanitario.
Son discutibles estos pros y contras de la distribución desde el ámbito sanitario. Con posibles riesgos, pero que pueden ponderar una relación basada en la norma, la negativa y la distancia.