Las calles muestran frecuentemente personas paseando con uno o dos perros.
Aflorecen regidurías, consejerías para defender a las mujeres, combatir la violencia de género y las desigualdades.
Sonia de 26 años duerme a la entrada de un edificio público con su perro que la protege y la tolerancia de un guardia de seguridad.
Pero no hay lugares donde resguardarse con un perro. A pesar de que la ciudadanía reinvindique el valor de los perros en su relación con las personas y los alegatos públicos en la defensa de la integridad de las mujeres.
Sin duda van por delante personas y necesidades a las actuaciones sociales. Cómo dejar al perro protector por unos días de descanso, cuando sigue siendo necesaria su protección y compañía.
No sin mi perro: sigue en la calle.