En el entorno de la marginalidad, es fuertemente presente el mercado ilegal del trabajo, de la vivienda, de la droga, de la prostitución, pero también la muerte. Por encima de la educación, la norma, la sinceridad está sobrevivir, seguir viviendo y los hábitos y costumbres de la sociedad integrada sirven de poco cuando vida y pertenencias discurren en la calle, sin techo, ni protección.
Cada nueva muerte en la calle nos recuerda que las prioridades a un u otro lado de la línea de la marginalidad no son las mismas. Y que la muerte evitable es el más rotundo fracaso de la acción sanitaria y social y que hay que repudiar la aceptación de una muerte anunciada, si se quiere evitar la siguiente.