En atención social, demasiado a menudo los recursos están diseñados por hombres, para hombres. Quizás porque predominan en amplia proporción los hombres sobre las mujeres en situación social deprimida.
Una buena alternativa son los espacios para mujeres diseñados por mujeres.
En la necesidad de facilitar el confinamiento en la fase más dura COVID, un hostel de la ciudad, sin clientes, se transformó en un albergue para mujeres. Cumple de forma muy adecuada su función de ofrecer cobertura a mujeres que han perdido su hogar. Y permite parar el duro golpe de verse sin domicilio y poder organizarse hacia el futuro.
Va a evolucionar hacia otra ubicación, una vez que el hostel recupere su actividad. Pero lo importante es que persista la propuesta.
Son necesarias las diferentes opciones porque también es diferente la realidad de personas con necesidades básicas. Recuros específicos de hombres, mujeres, familias. Que se den respuesta a los problemas mentales o de consumo. Que nadie se halle excluido y que se consiga ninguna persona durmiendo en la calle.